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30 julio, 2009

FUEGO

Corazón al rojo vivo,
incandescente,
Esperando optimista
acalles su fuego.





En su represión ambigua,
de amor cesante,
Se quema y arde
con sublime deseo.

Se aviva la brasa,
caprichosos bufidos
Que enardece la rabia
del amor escondido.

Sosiega esta hoguera
que exalta el recelo,
Que cierra los ojos,
Que me llena de miedo.

Acerca tu beso,
manantial apacible,
Para que extingas la furia,
De mi alma impotente.

Chispeante que arde,
La brasa persiste,
Anhelante de abrazo,
De pasión perceptible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el fuego mas sutil nos seduce desde un extremo de la vela encendida.

la quietud se hermana en un vals que ligero fluye en el vaivén de luz que se rebela al respirar cerca de el.

el fuego de una fogata o de una cocina de leña es por el contrario un cúmulo de furia solo controlado por aquello mismo que arde y lo alimenta.

pero es en ambos casos que nos encontramos a lo indomable.

es imposible que con las manos o con la mente podamos asirnos de él.

contamos con la certeza de observar el fuego, pero al tratar de abrazarlo nos consumirá sin titubear un instante al menos.

;)